Cuadernos de la Luna

JUAN CERVERA
Tiempo de Lora

Lora del Río (Sevilla), abril 1989
Nº 8 Colección Aceña de Poesía

CANTAR

Para Manuel Nieto Cuevas
in memoriam

—Esa florecilla humilde
que ha brotado en el tejado,
¿cómo se llama?
—No sé,
¡y no quiero averiguarlo!

(Esa humilde florecilla,
de los pétalos morados,
aroma el aire de Lora
y Lora no se ha enterado).


MARZO

Para Fernando Molina Castro

Marzo llega y me recuerda
que los melocotoneros
vestían de rosa los campos
y era rosa el sol y el viento.
Carretera de Alcolea
entre olivares y almendros.
Camino de Peñaflor
silba un tren oscuro y lento.
En Puebla de los Infantes
el agua me supo a cielo
y rendí culto a las norias
en cada uno de sus huertos.
Rumbo a Constantina... sierra
perfumada de romero.
Rodando hacia La Campana,
la bicicleta del tiempo,
sueña toros de Mihura...
Pienso en mil niños toreros.
Hacia Carmona nos fuimos
con lo romano por dentro
y al pasar por Azanaque
nos prendimos de arabescos.
Setefilla es una ermita
donde la voz de lo eterno
se humaniza cada día
por la fe de todo un pueblo.

Estoy hablando de mí.
Estoy hablando, sabedlo,
de mi firme vocación
de loreño,
y esto me emociona tanto
que hasta se me quiebra el verso.

¡Lora del Río, de mis ojos,
pueblo entre todos los pueblos!

EVOCACIÓN Y ENSOÑACIÓN

Con lluvia, de Noche y desde
México, de la Muy Antigua y Noble
Villa de Lora del Río, antes Axati.

Calle de Santa María
desembocando en la Roda
de Enmedio todos los días.
Si yo fuera Roda Abajo
en el Churri acabaría.
Si Roda Arriba tomara
al Helecho llegaría.

Pienso en el Barrio del Pozo
y en la calle de la Cilla.
Por la calleja del Río
me pirdo en la Morrería.
La calle de los Postigos
se puebla de fantasías.
Me pierdo en los callejones
y descubro callejillas.

Por la Plaza del Reloj
busco mis horas perdidas
y en la Plaza Nueva rondo
huellas de lunas antiguas.
En la Plaza de la Iglesia
las oraciones anidan
en los naranjos en flor
dándole al aroma vida.

Por la calle de San Juan
sin prisa caminaría
y en la Alameda del Río
nuevamente bebería
el vino que nunca tuve,
lo que tuve y no tenía.

Calles de mis ojos. Calles
para el sueño y la inventiva.
Calles de Lora del Río,
del aire y las golondrinas.
Lora la del cielo azul
y las paredes blanquísimas.
Vieja Lora olivarera,
hortelana y jovencísima.
Lora la de los geranios
y las verdes aspidistras.

En la Plaza de Santa Ana
las acacias resucitan
y en la fuente de la plaza
unos novios se acaricia.
Calles de Lora, ¡mis calles!
Calle de Santa María
desembocando en la Roda
de Enmedio todos los días.

Lora de San Sebastián.
Lora... ¡tan de Setefilla!

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