I. PLANTEAMIENTO GENERAL
Partiendo del principio expuesto por Munari, y que se concreta en la idea de que se debe adaptar el programa a los individuos y no a la inversa, este Programa Docente se conforma como un marco abierto y dinámico donde puedan tener cabida todas las actitudes plásticas y objetivos estéticos que los estudiantes de la Rama de Pintura diseñen como objetivos de su personal actividad creadora futura; que en este nivel de su desarrollo formativo debe irse dotando de unos sólidos fundamentos que la consoliden de cara a la praxis artística. La expresión plástica es plural y en un Programa Docente de arte debe tener cabida, por tanto, la máxima diversidad de objetivos estéticos, entre los propuestos por los miembros del grupo discente. Carece de sentido, a mi juicio, el hecho tan común de que el estudiante desarrolle su actividad mediante dos vías paralelas, faltas de un punto de confluencia. Por una parte, en el aula realiza las actividades requeridas por el guión programático, reservando la búsqueda de su expresión personal para otros ámbitos ajenos al de la docencia, lo que, como mínimo, resta bastante credibilidad a este último. Es un eufemismo considerar como una verdadera muestra de libertad la posibilidad, a veces permitida, de que el alumno se salga del Programa para, así, llevar a cabo sus realizaciones personales. Si una de las connotaciones peculiares de la actividad artística viene determinada por un elevado componente de libertad expresiva, mal podría compadecerse con tal hecho un Programa Docente de la Rama de Pintura que no pudiese dar cabida en su seno a una amplia gama de las concepciones estéticas propugnadas por la individualidad de los estudiantes. Y como la libre concepción estética de la obra de arte plástica no puede verse limitada a una mera pluralidad de factura, sino que comprende, de manera preeminente, la propia génesis de la obra desde su concepción, es decir, desde la misma conceptualización de la idea que la origina, habremos de convenir en que toda restricción impuesta por el docente, por muy justificada que aparezca, podría ser considerada como una simple estrategia orientada a recortar uno de los aspectos fundamentales del proceso formativo del artista. Frente al concepto tradicional que considera que el docente es quien "sabe" y su función es "enseñar", conociendo sin lugar a dudas qué es lo que al grupo discente se le debe enseñar, las actuales orientaciones didácticas tienden a atribuir al docente una función, esencialmente, orientadora y de asesoramiento al estudiante, con el fin de dotarle de los mecanismos apropiados para que el estudiante pueda ahondar eficazmente en su propio auto-aprendizaje. Se trata, en definitiva, de un concepto de la enseñanza artística en el que el profesor aparece situado junto al estudiante, como una persona experimentada en la materia objeto de estudio, modificando la situación en planos diferentes que caracteriza la concepción tradicional de la enseñanza. |